UN PASEO POR LA HISTORIA DE LA ASTROLOGÍA
Juan Carlos Pons
Es
difícil precisar los orígenes primigenios de la astrología. De acuerdo con una
tradición muy antigua proveniente tanto de los gnósticos, cristianos siriacos,
judíos y persas, Adán recibió la ciencia astrológica del mismísimo Creador.
La
astrología es la más antigua de las ciencias ocultas, y podría definirse como el
origen de toda ciencia. De la astrología deriva la astronomía, y no a la
inversa como comúnmente se cree; también de allí derivó la matemática, la
medicina, la química (que primero se derivó de la alquimia). En particular,
puede esta afirmación soportarse en el hecho que los logaritmos en matemáticas
fueron creados con la finalidad de simplificar los cálculos de las posiciones
planetarias de la carta astral.
No
cabe duda alguna que la enorme influencia que tienen el sol y la luna
principalmente sobre la vida en la tierra influyó notablemente en el interés de
perfeccionar esta ciencia.
Las
primeras efemérides de movimientos planetarios están registradas en siglo VII
a.C. por los caldeos. Se puede rastrear el origen de la astrología de una
manera concreta en la antigua Mesopotamia (lugar donde actualmente se encuentra
Irak). Luego, este conocimiento ancestral pasa al antiguo Egipto y de allí a la
Grecia clásica. Durante el Imperio Romano, la astrología fue muy conocida y de
práctica aceptada, aunque la decadencia del imperio hizo que se degenerase en
supersticiones. A los árabes se les reconoce su papel en preservarla, ellos
construyeron sus bibliotecas y observatorios. Gracias al papel jugado por los
árabes, la astrología llega a la Edad Media.
Los
hindúes han estudiado la astrología sin interrupciones históricas, debido a que
para ellos la astrología está ligada a lo cotidiano, y para ellos lo cotidiano
es justamente lo espiritual, lo místico y esotérico.
Posiblemente
el principal astrólogo y astrólogo de la época antigua fue Claudio Tolomeo
(100-178 d.C.). Sus obras son clásicos de la astrología antigua.
Contrariamente
a la opinión general, durante la Edad Media e inclusive en el Renacimiento la
Iglesia Católica aceptaba esta práctica y a ella se le debe el auge que tuvo en
este período de la historia humana. Para soportar esta controvertida tesis,
citamos a San Alberto Magno, quien se dio a la tarea de comprender la astrología
con un enfoque profundo y adaptarlo a la cultura imperante. Santo Tomás de
Aquino fue un estudioso de la disciplina astrológica y no encontraba que
tuviese ningún conflicto con las creencias de la fe católica. La astrología fue
practicada y protegida por los papas, entre ellos Sixto IV, Julio II y Urbano
VIII. Naturalmente, también hubo quienes abusaron de sus prácticas, mezclándola
con magia negra, por lo que algunos astrólogos probaron la hoguera en aquellos
tiempos.
Es
muy importante resaltar que en la Edad Media, existían universidades donde se
podía estudiar astrología y que otorgaban el título de astrólogo, titulo con
buena reputación por cierto. Por ejemplo, las universidades de París, Milán,
Boloña, Florencia, Viena y Oxford. Algunas universidades de la actualidad en
Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Francia mantienen este título vigente
todavía.
Sin
embargo, durante el Renacimiento, los racionalistas de la época contribuyeron
en gran medida, sin proponérselo, a desechar y desacreditar a la astrología. Es
la época de los grandes descubrimientos en astronomía y cálculo diferencial e
integral. Genios como Isaac Newton, Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y Galileo
Galilei tuvieron todos algún grado de contacto con la astrología.
En consecuencia, la
astrología estuvo en la oscuridad hasta finales del siglo XIX con el auge que
el psiquiatra suizo Carl Jung y el psicoanálisis le proporcionaron. El hecho
que un científico de su talla considerase la astrología y la comprobase mediante
ensayos estadísticos, hizo que todo el mundo científico comenzara a volverla a
tomar en cuenta. A través de la relación entre el psicoanálisis y la
astrología, a Carl Jung se le debe el enfoque moderno que actualmente tiene la
astrología.